Anonimato a beneficio de inventario

Frente a frente me aconsejo: con los sentidos inflamados, actúo de manera en la que seguramente más tarde me voy a arrepentir.
Mi carta de confesión y absolución se la pude haber entregado, pero no lo hice, su ausencia hubiera facilitado muchas cosas, pero no quise prescindir de mi último miedo y me negué a que su odio me diera la absolución. Me hubiera gustado ser un extraño. Vivir al borde durante un año, ver, hacer, moverme, todo sin ser vista, fue todo un reto, una adrenalina constante, el aire húmedo de aquella ciudad me asfixiaba a pesar de mi devoción por ella, hasta en el último momento seguí bordeando la locura, el egoísmo, la realidad, y sin embargo… aquello que nadie sabe y lo que sigo callando me hace sonreír por las noches y me tortura durante el día.
Debería perdonar mis errores, no darme golpes de pecho y bajar de las nubes que me hacen creer que soy solamente alguien perseguido por las circunstancias.
Tengo 28 años y he vivido tantas vidas. Últimamente tiemblo demasiado, quizá sea la nicotina, el alcohol, la cafeína o mis fantasmas que me abrazan por la espalda. Este temblor, por extraño que parezca, es como un golpe que aún cuando no acierte al dar, bajo algunas circunstancias, puede herirme más que uno con puntería.
Mi vida es un trazo continuo, real o imaginario, no lo sé. Estoy infestada de leyendas como otros de hongos. En consecuencia: la agitación internacional, el exilio y finalmente la gloria: breve y sin compromisos. Soy un sobreviviente. Quien tiene un por qué para vivir, puede soportar casi cualquier cómo. Hace tiempo que me parece que mi corazón se dilata hasta el punto de llenar todo mi ser. Una indolencia irresistible me invadía. Atravesada por bruscos espasmos, con las rodillas juntas, permanecía replegada sobre aquel latido interior.
Era tan sencillo vivir y yo me quede dormida bajo el anonimato a beneficio de inventario. Debí camuflajearme y perderme entre las sombras, entre las grietas que va dejando el resto por el camino. Aunque yo no crea como ellos creen,no viva como ellos viven y no ame como ellos aman... Pero si moriré como ellos mueren.
Nos acordamos de nuestros sueños, pero no recordamos nuestro dormir. Tan sólo dos veces penetré en esos fondos, surcados por las corrientes, en donde nuestros sueños no son más que restos de un naufragio de realidades sumergidas. ¡Qué insípido hubiera sido ser feliz!