Donde termina la tierra.


Será una ciudad de la que callaré su nombre, no quiero recordarla, prefiero olvidar sus calles, sus cielos, sus avenidas, sus desconocidos transeúntes, sus miradas extraviadas. Era un país en el que no siempre me sentí extranjera, pero sí fugitiva. Eran noches y noches de ausencia, donde conocí el frío, donde olvidé el calor del cuerpo, donde naufragué meses enteros. Nunca olvidaré el olor del sur, era lo más cercano a sentirse vivo, la tierra mojada, el aire gélido arraigándose en mis pulmones, los arboles exquisitos regalándome su aroma a eternidad. Nunca olvidaré su río donde mi mente navegaba cada tarde hacía utopías. Ahora eres mío, ahora te llevo dentro como una segunda piel, no fui yo quien era parte de ti, sino tú que desde hace tiempo me pertenecías.
Nos volveremos a ver, aunque sea para vernos de lejos y decirnos adiós.

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