Fugitivos suicidas.

Fugitivos suicidas la mañana del domingo, me giro de la cama casi cayendo al precipicio por la ventana que da al pacifico, ese inmenso océano que podría llevarme a casa, ese mar que guarda mis secretos en lo profundo, me da vértigo la ausencia, vuelvo a cerrar los ojos, me giro al lado izquierdo y está vacío, recuerdo la madrugada llena de asombro, me perdí en la inconsciencia recordando la delgada línea carmesí, la sombra oscura que me invitaba a perderme en ella.
Ya no es de noche, son las 12:10 del mediodía, las 9:10 en otros países, el amanecer de alguien más o la tarde de algunos otros... Ya no soy suicida, ya no estoy huyendo, estoy llegando a mi destino, tardaré pero ahora sé donde está la salida.
Todos los días amo y odio inevitablemente los domingos, este es distinto, es abril y roban mis madrugadas desde hace tiempo, mis días son irrespirables, vacíos de una costilla a otra, mis madrugadas infinitas, llenas, deslumbrantes ante la eterna noche que espía mi ventana 24, luces que alumbran mis ojos , que cambian mi mirada ante el brillo radiante.
Es tarde, es domingo, desperté hace unas horas, el teléfono habla con mis ojos y el insomnio me abraza por la espalda, escribiré aunque sea entre puntos suspensivos...
Aunque mis dedos toquen el filo del papel y se desangren escribiendo utopías...