90º

Mi vida en 90º, cuántos kilómetros recorridos en tantos años gastados, de ida y vuelta y sin retorno, qué sentido cobra ahora que tengo los ojos abiertos, estuve cegada todo este tiempo, en oscuridad repentina o luz incandescente, silencio ensordecedor y de pronto esa voz, horas de esa melodía que se adentraba de a poco en mi interior.
Valió la pena la espera, valió la pena el silencio, la eternidad incurable por fin encontraba el remedio exacto, por fin todo aquello que roía mi cuerpo, se fue, no volverá.
Mis pupilas dilatadas veían la luz nacer, se adueñaban de a poco de esa facción que hacía que todo tuviese un sentido, un minuto, unas horas, muchas noches, esa necesidad de querer volver, de regresar al lugar donde comienza la inmensidad.
270º recorridos para llegar a este punto, el definitivo, la latitud exacta, el espacio perfecto en el mundo imperfecto. ¿importa? Todo es secundario después de sentir tan dentro esta compaginación que llena el vacío, que complementa la otra parte de mí, que es el “otro lado” y va de la mano con él, el lugar donde perteneciste siempre, donde habitaban fantasmas, donde había historias rasgadas, sensaciones inmersas en soledades latentes, emociones recorriendo el estomago que se vaciaban al final del día, ahora se han ido. Placebos después de todo. De pronto estoy en la cima de la montaña, miro al abismo y mis vidas quedan detrás de mí, sólo hay un cielo para contemplar ahora esta noche estrellada, noches llenas de niebla que recorren mi cuerpo y comienzo a sentir el infinito, mirando el otro lado del universo, donde se despeja el firmamento. ¿qué nombre podría darle? Una sonrisa podría definirlo, una sonrisa que hasta ayer no existía y hoy es imborrable. El pasado era un cuadernillo lleno de bocetos sin terminar, este es el trazo final. Un nuevo comienzo, donde termina la tierra y empieza el espacio, el espacio interminable, inagotable, intangible y lleno de eternidad, eternidad que se resume en un signo, en dos palabras, en un nombre y apellido, en un sentido de pertenecer y ser reclamado. Esta noche estoy aquí, pero ya no estoy sola.

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