Excursión bifurcada


Retrocediendo. - ¿Qué es el tiempo? ¿Cuánto tiempo ha pasado desde que me miré por última vez parada al borde del precipicio? Lo único constante en mi vida es ese indejable camino por la cuerda floja, sin red y sin vacío. Pero, en este minuto empiezo acostumbrarme al vértigo. Lo importante, cómo cuando empiezas a andar en bicicleta, es no mirar hacia abajo, mantener la vista fija en algún punto frente a ti, incluso cuando el punto de enfoque no exista.

Despertando entre soles de abstinencia, me rehúso a seguir contaminando mis ojos foto fóbicos, tanta luz me deja extinta, necesito un rincón en la oscuridad para sentirme a salvo, cerrar los ojos, abrazar al silencio por la espalda y atarlo a mis oídos. Abortar los planes de la cotidianidad, borrando huellas que me impidan volver siquiera por el mismo camino, las nuevas rutas siempre son el mejor camino para emprender una nueva huída. ¿Dejaré de escapar en algún momento? ¿Será ésta la pregunta que más me he hecho en la vida? Quizá nunca estuve huyendo, sólo buscaba escenarios distintos.

Y entre tanto, hay cuestionarios que no termino de llenar, dejaré de hacerme preguntas, realizaré ensayos sobre la ceguera quizá, jajajaja, no, sobre la ceguera no, quizá no realice ensayos, quizá no escriba más, se dice tanto con el silencio, creo que si las personas aprendieran a leer los movimientos, las miradas ó el violento choque entre su mismo cuerpo y el aire, no existirían los problemas de comunicación, definitivamente sería una sociedad distinta. Pero mi problema no es el lenguaje, ni tampoco los problemas sociales, ni resolver la eterna lucha por la paz mundial, no, no, quizá ahora únicamente me dedique a ser irreversible. Ó quizá me dedique a coleccionar instantes, como por ejemplo, este instante en que ustedes leen, yo lo he robado, este minuto en que sus pupilas sedientas no paran de leer estas líneas (sin sentido), ahora es mío, y lo será para siempre. Tropezaré con desconocidos, tal vez me tome el tiempo de seleccionarlos, los organizare por su grado de desorientación, o quizá por sus zapatos, o por sus gafas, o por quien guarde más secretos bajo el terno, no lo sé.

Tal vez necesite dejar de pensar un rato, dejar de dar vueltas en la profundidad y descansar un poco, quizá desde el inicio debí saltar al vacío y dejar de aferrarme a la cuerda floja, podría ser que ese era el camino a seguir desde un principio, Márquez tenía razón, la felicidad no consiste en vivir en la cima de la montaña, sino en la manera en que llegas a ella. En su momento, la cuerda era más fácil, pese al vértigo, era el camino conocido para llegar al final de la escarpada, pero nunca pensé que por tierra hubiese sido distinto. Ahora lo sé, tomaré nota sobre los distintos suelos que pise, mediré la lejanía del cielo y aprenderé a vivir sin las nubes que me servían de almohada. Con esto no quiero decir que tomaré el camino fácil, tal vez tampoco sea la mejor opción, pero, de momento recorreré los senderos aunque sea fuera del margen, buscaré laberintos y me perderé en ellos, aunque perderme no es lo complicado, lo complicado es encontrar el laberinto. Ya sé, me vendaré los ojos, desde ahora el silencio será mi guía, pese a mi sordera, él me dirá en donde girar hasta encontrar la cima, aunque eso es relativo, depende de la perspectiva, desde dónde uno contempla el universo.

Debo irme, necesito liberar endorfinas, escribiré, etc. Desde algún lugar del mapa de los senderos bifurcados.

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